lunes, 28 de abril de 2008

LIBERTAD DE PENSAMIENTO, TERRORISMO Y “DERECHOS HUMANOS”

La presente opinión no pretende desplayarse teóricamente sobre estas categóricas, que de por si solas son bastante complejas, pero a criterio personal, considero que seria los tres ejes sobre lo que se ha movido el debate mediático de la semana pasada, el caso Melisa Patiño retomado por el programa periodístico la ventana indiscreta, el pronunciamiento de Aprodeh sobre el MRTA, la posición del Gobierno y sus medidas a tomar contra las ONG, han llevado a una suerte de consenso entre algunos analistas: “Que nos encontramos frente a un gran Sicosocial maquinado desde el gobierno para arremeter contra toda oposición que se cruce en su camino”. Razón por la que ahora los autoproclamados principales victimas (Diario La Primera y Francisco Soberon, representante de Aprodeh) suman fuerzas para hacer el contraataque.

Personalmente no comparto mucho esta idea, pues considero que mas bien estamos frente a un concierto de desaciertos, entre dos protagonistas mas o menos claros: el gobierno y la izquierda peruana. Desaciertos que están siendo utilizados maquiavélicamente para intentar polarizar a la opinión pública. Quizá el lector se pregunte que tiene que ver la izquierda en esto, si el rollo es con las ONG. Pues entonces es necesario que se de por enterado que muchas de estas ONG están dirigidas por grupos de izquierda, que en los 90 contradictoriamente a su discurso revolucionario y sus manifestaciones antisistema se organizaron en instituciones pro derechos humanos para defender a justos y culpables.

Pues bien, vayamos en el orden propuesto, el reportaje difundido por Cecilia Valenzuela, cuya veracidad ha sido fuertemente puesto en tela de juicio, ha sido utilizado como principal argumento para acusar al gobierno de emular al fujimorismo y evocar el retorno de la “Prensa Servil” (lo cual nos dice que el sicosocial no viene solo desde el gobierno, sino también desde la otra trinchera). Por ello no cabe duda que la imagen de esta conductora se halla en desmedro y que tendrá que soportar el papel de piñata las veces que sea necesario. Pero mas allá de eso está el hecho de que dicho programa pretendió justificar el arresto de la señorita Patiño y las otras personas que la acompañaban, arremetiendo contra la libertad de pensamiento y asociación, pues no se puede arrestar a alguien por asistir a un congreso donde se disertan ideas, antisistemas o no, son solo eso ideas, interpretaciones o reflexiones sobre su tiempo. Sin embargo, la injusticia cometida con Melisa Patiño ha terminado por soslayar todos los antecedentes penales de las personas que la acompañaban, y el carácter de un congreso financiado por las FARC. Será por eso que los grupos de izquierda en sus manifestaciones a favor de la libertad dicen: ¡LIBEREN A MELISA! y a sus acompañantes también, como quien dice de pasadita nomás.


Otra acción que será tristemente recordada, será la de Francisco Soberón, representante de la Asociación Pro Derecho Humanos, respecto a su pronunciamiento sobre el carácter terrorista del MRTA, aunque el propio Soberon junto a otros analistas han observado que se ha malinterpretado maliciosamente por parte del gobierno, considero que una vez más queda claro ese carácter ambiguo de estas ONG, dirigidas por grupos de izquierda, para condenar la violencia armada y las brutales manifestaciones antisistema, perpetradas por los grupos mas radicales de su ala. Como bien nos lo recuerda Rosa María Palacios:

Las asociaciones que surgieron para defender derechos humanos cometieron dos errores fundacionales que irrumpieron, otra vez, el jueves. El primero, se enfrentaron con fuerza al Estado y con tibieza a los movimientos terroristas. Los condenaron, es cierto, pero fracasaron en que se notara el esfuerzo. (Peru 21 – 24-04-08)

Resulta paradójico además leer a esos mismos analistas como Carlos Tapia o Carlos Reyna, mostrando la razones que darían cuenta de la muerte del MRTA, cuando solo el año pasado los veíamos declarando tras los ataques a las comandancias y patrullas policiales en el interior del país, el resurgimiento de estos grupos subversivos ahora bajo el denominativo de Narcoterroristas. Debemos inferir entonces que en las replicas de Francisco Soberon y compañía se encuentra un alivio de que ya no sean terroristas sino otra cosa, una organización sin ideología, que ya no atenta contra la vida de las personas si es que no se meten con sus cultivos, y que el ultimo atentado grave que cometieron fue hace 10 larguísimos años, que ya pasó, que no hay porque maximizar el asunto. El problema esta en que la memoria colectiva no olvida con tanta facilidad y el gobierno encontró la excusa perfecta para arremeter contra esta organización y todas aquellas dedicadas al tema de los derechos humanos, que razones no les falta, pues siempre han constituido una piedra en el zapato. Por ello considero pertinente aclarar, que el famoso sicosocial del que se habla, le debe mas a la falta de lucidez de Francisco Soberon para prever las consecuencias de sus palabras, que a la habilidad de gobierno para elaborar algo tan complejo como la maquinaria fujimorista.

Pero a fin de cuentas, ¿quién ganó en esta pelea?, a mi parecer hubieron costos y beneficios en un primer round que termino empatado. Por un lado la izquierda, dejo entrever que sectores de la prensa televisiva e impresa están siendo manipuladas por el gobierno por lo cual ganaron un caballito de batalla, pero se llevaron gratuitamente el disfraz de defensores del terrorismo. Por otro lado el gobierno dejo la imagen de no ceder un centímetro a cualquier brote de terrorismo frente a una ciudadanía que todavía es sensible a ese tipo de temas, pero al coste de recrear los mismos mecanismos autoritarios que lo aproximan mas al modelo de gobierno fujimorista en vez de tomar las distancias correspondientes.
Omar E. Jaimes Santiago