martes, 13 de julio de 2010

¿Política? No gracias. Sobre las observaciones a la Ley del Voto Universal

La Asamblea Nacional de Rectores se ha manifestado en contra de la Ley que aprobó el Congreso para la votación universal y directa en las universidades del país, y sus observaciones han tenido eco en el Poder Ejecutivo (Ver declaraciones del Premier y el Ministro Educación). El argumento central de ambas instituciones, es su negativa a una mayor politización de las actividades universitarias y el clima de inestabilidad que podría crear si es que se aprueba semejante proyecto. Y ciertamente, podemos considerar que tienen razón, de hecho hasta podríamos considerarlo como evidente, si amplias la democracia, la consecuencia directa es la participación social, ¿o es qué acaso se puede hacer política sin politizar? Para centrar el debate del gobierno universitario, no debemos partir de cuál sistema es más político que otro, porque por ese lado no podremos ponernos de acuerdo, sino más bien, poner en balanza que sistema puede garantizar medianamente una mejor armonía entre las expectativas de la comunidad universitaria y quienes la gobiernan. Lo que se entiende entre línea del manifiesto de la ANR, es que esa institución considera que el sector “más culto” del país no sabría vivir en democracia, y que por tanto dicha Ley debería ser observada por el Ejecutivo.



Así pues, el Dr. Iván Rodríguez, se muestra más preocupado por defender el sistema vigente e impedir la ampliación del poder y la política, que en conocer cuál es la problemática real que ha motivado la Ley de la votación universal. La crisis universitaria va más allá del avance del neoliberalismo y los magros presupuestos públicos, su pobredumbre ha alcanzado al clásico Sistema Cónclave de gobierno, donde la prioridad ya no es la excelencia y la competitividad, sino la permanencia y el atornillamiento en el gobierno universitario, formándose lazos basados en la lealtad y las viles componendas, que son favorecidos por una política que se desarrolla en la oscuridad entre varios docentes y pequeñas minorías estudiantiles, intensas y organizadas pero carentes de representatividad. Y esta realidad, no sólo corresponde a Villarreal o San Marcos, sino también a casi todas las universidades públicas del país, sobre todo en provincias donde los casos de corrupción y “mafias” son más que vergonzosos. (Universidad Jose F. Carrion (Huacho), Universidad San Luis Gonzaga (Ica), entre otros).

De esta manera, la democracia no tiene ningún sentido, es una farsa, una formalidad anual que se realiza para mantener apariencias, la misma que tiene un inevitable efecto en la política nacional, pues son de estos claustros de donde sales los futuros funcionarios públicos, comprometidos mas con sus intereses que con el bienestar social.

En el fondo, de lo que se trata, es de sacar a la política universitaria de la oscuridad para exponerla a la luz de la opinión pública, de tratar de hacerla transparente e integradora, de devolverle el debate sobre lo que queremos ser y sobre lo que nos aqueja, el debate de las ideas y planteamientos.

Los potenciales peligros que encarna la votación universal, no justifican la mantención del sistema actual, la demagogia y el activismo político existirán con este sistema o con el otro, así que la preocupación no debería estar en cómo lo evitamos, sino más bien, en cómo le hacemos frente, como bien lo ha hecho notar nuestro colega Alberto Chávez del blog Politikha, debemos lograr que “el proceso de elección del rector se transforme en un ejemplo de comportamiento y conducta democráticos, en el que se genera un espacio de participación activa de los mejores docentes y alumnos … Algo que podríamos llamar el ejercicio pleno del Homo civitas”. Teniendo este norte y esta visión a futuro podríamos hacerlo extensivo hacia la ciudadanía en general.

No obstante, recientemente el titular de la ANR, ha mostrado cierta flexibilidad sobre el tema, al señalar que, por último, cada universidad debería “elegir un sistema de votación propio, de acuerdo con sus características, particularidades y contexto”. Exponiendo además otras dos alternativas al Voto Universal o el de Cónclave, tales como el de Designación, que consiste en designar como autoridad a un destacado profesional invitado de un centro de estudios nacional o extranjero, o también, a través de un Directorio, como lo hacen las empresas. Se entiende entonces, que la Ley no debería ser extensiva a todas las universidades y que se deben respetar las formas de gobierno de las universidades privadas, lo cual no está mal, aunque lo ideal sería que todas las “universidades públicas” se rigieran por esta Ley, pues casi todas atraviesan por la misma problemática.

Por último, ya que hablamos de casos particulares, considero que para nuestra Universidad Villarreal, no hay sistema más idóneo que el de la Votación Universal, dado que nuestra realidad institucional es objetivamente fragmentada; por ende requerimos, por un lado, de organizaciones políticas que articulen facultades y no que se aprovechen de su fragmentación, atribuyéndose una representatividad que no tienen, y por otro lado autoridades que se acerquen, conozcan y se comprometan con la problemática de cada facultad, y no que sólo se hagan elegir por medio de prebendas para terminar focalizando los recursos de la universidad en 2 o 3 facultades del interés del Rector de turno; la particularidad y el contexto villarrealino, así lo exige.