martes, 9 de junio de 2009

Bagua, la triste muestra del fracaso de una generación












Que difícil escribir sobre lo ocurrido en Bagua, cuantas posiciones encontradas, mas de 50 muertos entre nativos, policías y pobladores, fotos desgarradoras, discursos inflamados de odio y rechazo. Hace unos días mirábamos consternados por las pantallas como muchos niños estaban falleciendo por pulmonía debido al azote del frío sureño, y de pronto se produce esta revuelta con el doloroso saldo que ya esta hartamente documentado. La democracia ha perdido una vez más, ¿no hay nada que se pueda hacer?

Nadie muestra mea culpa por lo sucedido, sin embargo, se señalan mutuamente como los responsables directos. Cada quien llora a sus muertos y acumula rencores y odios a quien identifica como culpable, se crea un caldo de cultivo que podría terminar en un conflicto mayor al que ya se ha dado. Desde la historia podemos decir que se han registrado numerosos conflictos de este tipo, pero leer no es lo mismo que vivirlo. La consigna “Derrogatoria o muerte”, me trae al recuerdo la consigna de los campesinos cuzqueños del 64 que cansados de litigar con los hacendados y terratenientes se organizaron en insurgencia y se apoderaron de las tierras bajo la consigna “Tierra o muerte”, el saldo: mas de 20 campesinos muertos.

Es obvio que no es lo mismo, que son acontecimientos distintos en su carácter y fundamento, pero si hay algo que tienen en común, mas allá del lema, es el tema del hartazgo y la desesperanza en que se encuentran estas comunidades selváticas, sus problemas están relegados no desde hace años, sino décadas. ¿Cómo tomar posición sobre lo ocurrido? Brutal, los dirigentes populares que desinforman a la población y las comunidades argumentando que les van privatizar sus tierras y sus aguas con la ley 1090. Brutal el gobierno que nuevamente confunde autoridad con represión y diálogo con la intransigencia y el insulto. En circunstancias como estas asalta la duda de Mark Twain, de no saber si quienes nos gobiernan son personas preparadas que les gusta embromarnos la vida, o imbéciles enternados que nos están hablando muy enserio.

Pero en el fondo no sólo es el gobierno, es el Estado, los partidos, las instituciones. El presidente García ya manifestó su posición de lucha contra el complot internacional y la irracionalidad de los protestantes, Mulder a dicho que son terroristas y Mercedes Cabanillas que son grupos insurgentes que siguen la misma línea que los de Bolivia y Ecuador. Esto es grave, es un asunto generacional. ¿Es difícil coger un libro?, ¿es complicado delegar facultades a personas especializadas?, ¿es problemático conocer algo de la historia de los peruanos de la Selva?. La relación de las comunidades selváticas con las inversiones extranjeras ha sido una experiencia traumática, ante la más grosera indeferencia de las instituciones estatales desde la década de los cuarenta en el siglo XX. De que sirven tantos diplomados, cursos y tesis sobre temas amazónicos, cuando a la generación que esta en el poder las tres ultimas décadas, les importa un pepino y a la hora de tomar decisiones importantes, se elige la peor, violencia por violencia. La academia y la política se mantienen aun de espaldas, y si es así no tiene sentido investigar y escribir.

Graves conflictos con terribles saldos como los de Andahuaylas, Arequipa y ahora Bagua, no hacen más que mostrar que esta generación a la que pertenecen Fujimori, Toledo, García y todo su partido, no tienen el más mínimo interés por asimilar y aprender de nuestra historia. La democracia y el estado de derecho están fuera de su alcance y de su utillaje mental, por más que se esfuercen en demostrar lo contrario.

Quizá sea necesario un “mayo de 68” peruano, porque el hartazgo es grande. Una protesta donde la juventud vuelque y manifiesten todas sus frustraciones y expectativas; donde universitarios, artistas, deportistas y la sociedad civil en general expresen su repudio hacia la forma en que se gobierna y se hacen las cosas nuestro país, donde el congreso es para llorar, el poder judicial no se autoreforma, los partidos siguen funcionando bajo mecanismos clientelares, donde todos los años compatriotas sufren las consecuencias de los problemas del transporte urbano y nacional, los niños del sur se mueren de frío, se mueren de hambre, se mueren por nuestra indiferencia, porque todos los años es lo mismo, porque ya no prendemos la televisión para ver noticias sino para contabilizar los muertos del día. Donde se exija la radicalización de la democracia, pero a su vez se asuma la responsabilidad de realizarlo. Porque la generación de nuestros padres, digámoslo ya, ha fracasado.

Camilo, que es un compañero universitario con quien dialogue lo sucedido en Bagua, me soltó esta idea de refundar la política con los ideales clásicos que mostrarán Haya y Mariategui, yo creo que es necesario refundarla pero con nuestras propias expectativas, no por el simple argumento de la distancia temporal, sino por el simple hecho que lo se necesita es construir instituciones políticas que funcione eficientemente. Haya y Mariategui, grandes pensadores y políticos de su tiempo terminaron construyendo partidos donde el culto a la personalidad fue el elemento cohesionador de sus organizaciones, el mismo mal mesianico que lo vimos en sendero, en fujimori y ahora en García. Los partidos no funcionan como deberían porque son pública y declaradamente personalistas, en nuestra historia del siglo XIX y XX sucumbieron la aristocracia colonial, la oligarquía terrateniente, el gamonalismo regional, pero las raíces de la tradición autoritaria y el paternalismo todavía se mantienen en la mentalidad de la generación hoy en día gobierna y de hecho también esta en la nuestra, porque es inevitable, pero el día en que comprendamos mayoritariamente el valor que tiene la construcción y consolidación de una institución política como pilar de la democracia, sin sentir repudio o desconfianza hacia ella, entonces habremos roto con las cadenas del autoritarismo, que tanto dolor y sufrimiento nos ha traído y nos sigue trayendo hasta el día de hoy.

Dejémonos pues de torpes indiferencias y repensemos la política por lo menos desde la universidad, empezando por reflexionar si una verdadera y eficiente democracia es posible en nuestro país.