viernes, 12 de marzo de 2010

Un viejo chisme, una vieja treta. Los cursos de actualización



Hace poco mas de un año circulaba por los pasillos de la facultad, una suerte de rumores sobre la voluntad política de las autoridades de nuestra facultad a fin de eliminar los famosos cursos de actualización, la razón era simple, el porcentaje de estudiantes que obtienen su titulo de licenciatura por medio del curso de actualización es enormemente superior a los que lo realizan por la vía de la sustentación de tesis, y eso esta probado estadísticamente.

Como se sabe, un indicador importante de la producción de una universidad se mide por la cantidad y la calidad de las investigaciones y tesis que sostienen sus graduados, pero si el promedio de cada escuela es de 1 o 2 tesis por año, de una promoción de 40 universitarios en promedio, la cifra es más que preocupante. Y es que el curso de actualización no es otra cosa más que un refresh mental de 3 meses donde únicamente se exige la elaboración de una monografía, y el pago completo de los requerimientos del curso. De esta forma, hacer uso de esta modalidad resulta más sencillo y rentable que el fatigable, costoso y largo camino del desarrollo de la tesis.

Las autoridades lo saben, y no sólo los de humanidades, sino los de todas las facultades de la universidad, de ahí que ésta bola de cerrar los cursos de actualización constituye uno de los discursos preferidos para criticar o promocionar campañas en épocas electorales. Por ello, ésta no será ni la primera ni la última vez que se anuncie el cierre de los cursos de actualización, pues según he podido entender, esto es algo que se viene anunciando desde los noventa, y que de hecho mas bien constituye una vieja treta para impulsar a los egresados a matricularse cuanto antes en el curso de actualización, pues este es el último año antes del cierre.

Por otro lado, técnicamente sería muy remoto que la facultad elimine los cursos de actualización dados los honerosos ingresos que se perciben por esta modalidad, si se tiene en cuenta que el curso se apertura en cuanto hayan 20 matriculados y que cada uno debe aportar en promedio la cantidad de S/. 1,600.00 soles, serían S/.32,000.00 (como mínimo) que se dejarían de percibir, el mismo que es repartido entre el fisco de la universidad, los docentes que dictan la cátedra y la propia facultad encargada.

Tampoco debemos olvidar que toda oferta obedece a una demanda, para este caso, la demanda por obtener lo más rápido posible el título de licenciatura es innegable, pues lo que se busca es obtener mejores posiciones laborales o acceder a oportunidades económicamente atractivas, donde normalmente se exige como mínimo el titulo de licenciado. Visto desde aquí el pago por el curso de actualización no constituye un gasto sino más bien una inversión.

De cualquier manera, lo que queda claro es que son motivaciones extra-universitarias las que mantienen los cursos de actualización en vigencia, pero si el objeto real de la universidad es el cultivo de la ciencia y la cultura, los cursos de actualización constituirían una distorsión o instrumentalización de la universidad únicamente en favor del futuro laboral y económico del egresado.

Pero defender la razón de ser de la institución no nos puede llevar a soslayar al individuo, ¿Quién es el egresado que participa en un curso de actualización?, o específicamente quien es ese egresado de universidad pública, cómo caracterizarlo sin llegar a la idealización, fácil sería decir, que es un sujeto que trabaja todo el día y no tiene tiempo para investigar, que sabe mucho pero la vida es dura con él (y de hecho existen casos así), sin embargo, es innegable que también hay participantes que se matriculan, rara veces asisten pero igual lo aprueban, que compran sus monografías y que hacen todos los pagos que se tengan que hacer (legales y bajo la mesa) para acelerar la obtención del título. En suma, hay en este grupo gente de todo tipo, desde los más honestos y humildes, hasta los más corruptos y sinvergüenzas. Pero lo que tienen en común es la necesidad de ascender lo más rápido posible. ¿Eso es malo?, no necesariamente, una conducta muy humana del cual no me siento ajeno, por ende quizá talvez un mal necesario, así de contradictorio.

Debe considerarse pues que la solución para mejorar la producción investigativa universitaria no pasa por cerrar los cursos de actualización, sino más bien por incentivar y premiar la investigación, generar competencias y beneficios, para hacerla atractiva. Hay quienes consideran que solamente si se incentiva la investigación, con cursos de metodología, desde el primer año de estudios se obtendrían resultados favorables en el mediano plazo, sin embargo la currícula del año 98 ha demostrado resultados poco alentadores por esa ruta, por una sencilla razón, la licenciatura que se obtiene sea por vía tesis, curso de actualización o cinco años de experiencia profesional, es igualita no hay diferencia en cuanto a la mención; de esa forma si tu investigación es el fruto de cinco años de estudios, largas horas de inversión en bibliotecas, archivos y entrevistas, e interminables correcciones y replanteamientos. A nivel legal no guarda ningún reconocimiento, porque eres tan licenciado como el que llevo su curso de actualización y presento su monografía bien anillada. Así lo dice y lo respalda la Ley.

El esfuerzo y la dedicación siempre debe ser incentivado y premiado, y una tesis constituye un esfuerzo que demuestra a cabalidad el profesionalismo de un egresado, por ende los concursos de proyectos de tesis, las gestiones para financiamientos de investigación o convenios para pasantías son vitales para ello. El argumento de que soy pobre, o que sólo los ricos pueden dedicarse investigar, es verdad, es cierto, y por ende constituye un reto y un esfuerzo mas grande que las autoridades deben considerar si es que de verdad les preocupa generar más investigación universitaria. Sin duda un tema que debería ser mas debatido en nuestros claustros.